martes, 21 de diciembre de 2010

El éxito y yo....



El éxito es… bah, seamos realistas, muchas de las personas soñadoras de este mundo jamás alcanzarán el éxito. Y es curioso que se escriba y hable tanto acerca del éxito y de las grandes maravillas y bondades que éste trae a la vida. El éxito tiene tantas definiciones como personas han hablado del mismo que ya resulta fastidioso hablar del mismo, y sin embargo leemos y vemos el éxito de otros y nos inpiramos y pensamos que podemos lograr grandes cosas solamente con soñarlo y visualizarlo. Tristemente la realidad nos golpea y nos arrodilla ante nuestra vida cotidiana, abrimos los ojos solamente para trabajar duro para una persona que jámas reconocerá nuestro esfuerzo y nos contentamos cuando nos nombran “El Mejor Vendedor”, “El Empleado del Mes” y todo ese grupo de tonterías.

Y los días pasan y nos hacemos viejos y nos damos cuenta que el supuesto éxito que tuvimos no vuelve lo cual nos ensoña en el pasado queriendo sentir lo que antes sentimos, nuestros pensamientos vuelan y la alegría vuelve a nuestro corazón en el anhelo de algo que ya no pasará. Y nos casamos y vivimos para ver bien a nuestros hijos y éstos hacen lo mismos pasando generación tras generación. Vidas que se desperdician en la cotidianidad de la pobreza y la clase social promedio pensando que cada vez vivimos mejor solamente porque tenemos una tv más grande o un radio más sofisticado o por fin conocimos la computadora, cambiamos la cámara de rollo por una digital y nuestra cama es más grande que aquella que nos hizo descanzar cuando éramos niños.

La verdad, escribo esto como reflexión propia, recordándome que no existe victoria en la vida, no existe pasión que sea buena ni existe éxito que perdure siempre o siquiera existe éxito que importe, en realidad, la vida es una absurda pérdida de tiempo solamente, importante solamente para aquellos que se dejan dominar por sus sentimientos y sus pasiones aferrándose a sus logros, sus gustos, sus religiones y sus posesiones.

Y la vida pasa y se esfuma como una estrella al amanecer. La única solución es la vida eterna, una vida llena del amor de Dios, es lo único que vale, no por las promesas de la religión, sino por la promesa de que tu alma vivirá por siempre bajo la sombra de tu creador, del dedo que lo escribió todo y de ese ser del que todos nos atrevemos solamente a suponer, pues nadie que yo sepa lo conoce o lo ha visto en persona.

Sombrío y cruel este escrito será, hasta que la luz de Dios ilumine mi vida nuevamente y la razón deje de atormentarme en esta sombría soledad. Soledad que yo llamo Conocimiento.

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